martes, 28 de julio de 2020

Munro es el lugar en el que vivo

algunas mañanas

cuando los mates se estiran

un poco más de lo habitual

porque no tengo que salir corriendo

al colegio a dar clases

a la universidad a estudiar

algunas mañanas

Munro

entra graciosamente

por la ventana de mi departamento

 

Munro

es el lugar en el que vivo

y el lugar que aprendí a amar en los detalles

porque es como esos hombres

que cuando los ves en el todo

te parecen medio fieros

pero observándolos

con el paso del tiempo

te van enamorando

con pequeñeces

hasta que un día te descubrís

metejoneado del feo

y ya no hay vuelta atrás

 

Munro

me enamora cada vez

que el tren pasa frente

con esa potencia de macho

que todo lo arrasa

pero que como todo macho

te lleva en el furgón

si lo agarrás medio mimoso

 

Munro

me enamora con sus locales de ropa

locales de un esplendor

un poco fantasmal

y que le dan cierto aire

de romería venida a menos

un poco mágica

como lo son los mercados

en los pueblos

que rodean a los desiertos

en las películas

 

Munro

tiene un bar de nombre Lumiton

en honor

a los estudios cinematográficos

de la edad dorada del cine argentino

en los que se filmaron

Los martes orquídeas

Hay que educar a Niní

Los muchachos de antes no usaban gomina

pero en este bar de viejos

no te los encontrás

ni a Mirtha Legrand

ni a Niní Marshall

ni a Florencio Parravicini

pero sí te lo encontrás a Roberto

que es un correntino

que labura de mozo ahí

y que tiene una cara fulera fulera

pero un culo divino divino

que te hace largar un sapucay

cada vez que te deja en la mesa

mirándolo

como se va

a cumplir tu pedido

 

en ese bar si mirás atentamente

también está el Topito

un viejo chiquito con cara de indio

que vive borracho

y vive cayéndose

en sus borracheras

pero que es orgulloso

como todo buen indio

y no permite que lo ayudes a levantarse

y trabaja por sus vinitos diarios

entrando y sacando las sillas

y mesas del bar a la vereda

 

Munro

entra graciosamente por la ventana

cuando escucho la risa estruendosa

de la Monguita

una peruana que está chapa

y deambula por el barrio riéndose y hablando

con el que tenga ganas de conversar un poco

como la vez

que le decía a una rubia alta y grandota

con la que se cruzó

en la parada de colectivos

“qué linda sos

yo respeto mucho a las argentinas

porque son como vos

lindas y blancas”

o como cuando

le conversaba a la parejita adolescente

en el almacén de Lucy

“hola

los vi el otro día en la carnicería

qué linda es tu novia

tenés que cuidarla mucho

vos también sos lindo

pero tenés cara de pícaro

así que ojo eh”

yo no sé el nombre de la Monguita

y nunca hablé con ella

porque seguramente

ya me tiene junado

y temo y respeto

al oráculo

que sale de su boca

 

Munro

tiene en sus noches de silencio

la participación estelar del Pájaro

que es un linyera

que canta mientras camina

“yiuyiuyiuyiuyiyuyiuyiyuuuuuuuuuuuuu”

el Pájaro usa un turbante

que se arma con una camisa vieja

y yo pienso que el convoca

a los espíritus

de las estrellas cinematográficas

que trabajaron acá

en los estudios Lumiton

y se niegan a abandonar la ciudad

creo que los conjura

con ese canto

“yiuyiuyiuyiuyiyuyiuyiyuuuuuuuuuuuuu”

para que no molesten nuestros sueños

(de los que dormimos en

Munro)

con fantasías febriles

que nos perderían

en películas en blanco y negro

más sinceras

que nuestra colorinche realidad

 

Munro

me regala a mis vecinos paraguayos

que viven

justo frente a mi hogar

en una pieza de tamaño indefinible

mis vecinos paraguayos

que nunca se sabe cuántos son

pero son todos hombres

muy jóvenes y hermosos

albañiles hermosos

y si bien son bochincheros

y rompe bolas

en el último año nuevo

por vaya uno a saber

qué bendita circunstancia

me dieron un regalo

de plena maravilla

cuando unos pares de ellos

decidieron cambiarse de ropa ahí

en el patiecito de cemento

en donde salen a hablar todas las noches a los gritos

se cambiaron en el patiecito

y mientras

se sacaban y ponían la ropa

yo bendije en guaraní

escondido como estaba

detrás de las cortinas de mi departamento

a esta Latinoamérica

bendije

esta tierra que los parió

y dios quiera los siga pariendo

 

Munro

tiene como era de esperarse

un supermercado chino

que atiende una chinita joven

y curiosa

que una vez nos miraba a mi esposo y a mí

y como no cazaba muy bien

cuál era nuestro parentesco

le preguntó a Alfredo

“¿es tu papá?”

señalándome con la cabeza

y creo que pocas veces

me reí con tantas ganas

ante la consternación de mi esposo

y de la chinita

que nunca más

nos preguntó más nada

 

por último y para no cansarlos

¿porque vieron cómo somos los enamorados

de cansadores cuando hablamos

de nuestro amor?

les presento al peruano

que sale a la vereda cuando está muy borracho

y grita con toda la potencia

que le permite su cuerpo retacón

“¡Viva Perú carajo! ¡Viva Perú!”

 

y a mi me conmueve

ese viva y ese grito

porque claramente él extraña a su Perú

y a su Inka Cola

y a su suspiro limeño

y a su leche de tigre

y a sus papas a la Huancaína

y a Juaneco y su Combo

Yo tengo una negrita que me gusta enamorar

Yo tengo una negrita le gusta basilar
Yo tengo una negrita que me gusta enamorar
Yo tengo una negrita que le gusta basila
Yo tengo una negrita que es muy linda de verdad
Yo tengo una negrita que me gusta de verdad
Yo tengo una negrita que es muy linda de verdad
Yo tengo una negrita que me gusta de verdad
Oh, oh mi linda negra
Ven, mi niña dorada
Mira, que me desespero, oh!

Ven, ya es de madrugada”

y yo también extrañaría eso

y mucho más

y yo también extrañaría eso

y mucho más

y también tengo ganas de gritar

algunas veces

¡Viva Perú carajo!

cuando me siento triste

o muy alegre

pero como soy argentino

grito

¡Viva Perón!

¡Viva Perón carajo!

que es

lo que les grito ahora

que me pongo contento

porque les leo este poema

 


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