en el
verano agobiante
y
mientras cebo unos mates
vos
me decís
“tengo
ganas de baldear el piso”
tu
rostro tranquilo
de
pómulos guaraníes
hace
que me pregunte
¿cómo
puedo amarte
yo
que hora a hora
me
pierdo pensándolo todo?
¿cómo
puedo amar
a
un muchacho
saludador
de perros callejeros
que
les habla
en
ese lenguaje incomprensible
hecho
de miradas,
idioma
de pequeñas
caricias
en el lomo?
y
mientras me pierdo nuevamente
en
mi eterno soliloquio
el
agua que arrojás hacia el piso
el
agua fresca y segura
se
desliza hacia mí
toca
mis pies
te
miro
y
comprendo
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