miércoles, 24 de agosto de 2016

Selfie con mamá fuera de foco

estoy en la habitación 211 con mi mamá
que está internada desde el sábado
cuando después de comer por tres días seguidos
pastel de papas con la cebolla rehogada en manteca
la bomba le explotó en el estómago por la madrugada
y la trajeron de urgencia
hasta el viejo hospital de morón

y los médicos
luego de diagnosticarle algo relacionado
con la gastritis la vesícula los problemas que no habla
y lo que reniega con los clientes de su colchonería
la dejaron internada y con suero

acostada en la cama desde la que ahora
como lo que siempre fue
una muñequita de hermosos ojos verdes
me cuenta en detalle sus peripecias de internada
hace tres días con sus dos noches

es mi mamá la que está
sentada frente a mí y a ustedes
y a la que miro y dejo hablar

la que se sienta en la cama alta del hospital
con sus piernas colgando
con esos pies pequeños
de princesa sin reino

es esta mamá
que me decía
cuando yo tenía cinco años
que ella estaba cansada de la vida que llevaba
y que soñaba con ser una hormiguita
o una nube        o un yuyo
de esos que crecían a la orilla de la vía
allá en mi barrio Merlo Gómez

es la que me organizaba fiestas
de cumpleaños que siempre terminaban
con ella enojada y yo llorando
porque en un arranque de posesiva pasión
yo no soportaba que jugara
con alguno de mis amigos

es la mamá que me confesó
cuando yo era adolescente
que había hecho un trío con un novio
y con otra mujer

es la que nunca fue
a un acto escolar a verme

es la que se fue embarazada de mi hermana
con su nueva pareja
y que no me llevó con ella
porque su nuevo novio no me soportaba

es la mamá que me dijo
“siempre tenés que preguntar
todo lo que no entiendas”

es la mamá que me dijo
que no le importaba lo que yo fuera
cuando a los quince años le confesé llorando
“estoy enamorado de un pibe
creo que soy homosexual”
y me dijo que lo único que deseaba era
un hijo buena persona
y que eso ya sucedía

es la que hacía gimnasia jazz
escuchando true blue de madonna
con una malla enteriza negra y polainas
y unos rulos hermosos
de una permanente que era mi orgullo

es la mamá a la escuché mil veces
contar todo lo que sentía
y pensaba sobre sus hombres
y es la que me preguntaba cuál
me parecía a mí
que más le convenía

es la mamá que me despide en la puerta
de la habitación 211 
y mientras me abraza me dice:
“pobrecito mi negro
siempre medio arisco
con esta mamá que lo lastimo tanto
y a la que todavía no perdona”

esta mamá       es esa mamá
y al mismo tiempo
ya no es

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