“Mirá que lindo culo tiene ese
está para hacerle un hijo”
me dice el maquinista
y yo me rio de su guaranga inocencia
mientras sigue hablándome
observando
arrancando
su locomotora diésel
roja
que le late alegre
como mi corazón
ante cada pibe hermoso
que viaja en sus vagones
quiero ser la mirada del maquinista
orgullosa y prepotente
como los muchachos sin remera
del furgón
que me hacen vibrar
cada vez que nos cruzamos
en los andenes de la estación
en los que sin cesar
subimos y bajamos
subimos y bajamos
subimos y bajamos
soy la vibración del maquinista
que nace en la locomotora roja diésel
trepa por sus
musculosas piernas
atraviesa
y vibra en cada obrero
sin que ellos perciban
mis caricias en forma de ondas
que día a día los transportan
y laboriosas los seducen
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